Bueno, ya estamos aquí, se acabaron los polvorones, días de fiestas y reuniones con los amigos hasta altas horas. Ahora toca ponerse las pilas y dar la bienvenida a éste nuevo año.
Para comenzar, voy a recordar una jornada que tuvimos con los pequeños valverdeños en la escuela infantil.
Cuando llegué a la escuela, lo primero que se me vino a la mente fue un cementerio, sí, un cementerio. Tal vez por su estructura, por la falta de color, de dibujos e incluso de mobiliario de juego.
Luego, tras cruzar la reja, me pareció una escuela fría, sin un "hall" donde recibir a los niños.
Tal vez, por mi experiencia como madre, y conociendo otra escuela, ésta me pareció un poco "cutre".
Por otro lado, mi experiencia con los niños fue maravillosa, la profesora me explicó la tarea que estaban haciendo (una felicitación de Navidad para la familia) y tuve el placer de ayudarles a hacerla.
Salimos al patio y, junto a mis compañeros, jugamos, cantamos y nos divertimos con los niños
Al despedirnos, una niña me dió un beso especial, su nombre es Luna, siempre la recordaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario